el reportero Chris Arnade, del periódico inglés The Guardian, hizo una confesión pública muy interesante. Reconoció que el ateísmo en un lujo intelectual que se pueden dar los ricos (Atheism is an intellectual luxury for the wealthy).
Describe su encuentro con gente pobre y necesitada que sigue adelante con esperanza, a pesar de su situación pésima, porque cree en Dios.
Hacia el final de su artículo también cuestiona la actitud de Richard Dawkins, el ateo famoso, viéndolo como un adolescente que se puede dar el lujo de atacar a los creyentes desde su posición de privilegio, alejado de las necesidades de los que claman a Dios y esperan en El.
En sí, Arnade sólo repitió las palabras de proverbista (30:8,9). El que tiene bienes y posiciones fácilmente se puede hacer presa de una actitud en que Dios no es “necesario”.
Tiene más de lo que necesita y fácilmente se va aislando de la necesidad humana. Comienza a creer que no necesita a Dios porque todo le va bien.
Esto también se aplica a los estilos de vida desenfrenados de tantos poderosos y populares, que luego son vistos como dignos de imitarse por el resto de nosotros. Aunque Arnade no dice que ha dejado de ser ateo, nos deja un mensaje muy importante, particularmente a los cristianos que vivimos en situaciones acomodadas.
Tal vez no nos hacemos ateos, pero sí podemos caer en la trampa de un deísmo moralista, terapeútico.
También, los bienes materiales nos separan de otros porque llegan a “comprobar” que Dios nos ha bendecido a “nosotros” y no a gran mayoría de cristianos que son pobres.
De allí nuestra fe y vivencia fácilmente se hacen una versión “cristianizada” de lo que las sociedades “avanzadas” proclaman como una vida de éxito y bendición. Por supuesto, comenzamos a creer que nuestra versión “pulida” de la fe es “más fiel” que las versiones que practican los pobres.
Y por eso al terminar el año es un ateo quien nos llama a considerar, de nuevo, los valores del reino y lo que significa seguir a Cristo. El estar acomodado trae ventajas, pero también tentaciones muy particulares, tales como tener una seguridad falsa en lo que tenemos o lo que hemos logrado.
Todos necesitamos de Dios, sólo que algunos nos podemos dar el lujo de creer que no lo necesitamos, de marginalizarlo en nuestras vidas de “éxito”. Si el ateísmo es lujo de los ricos, entonces creer en Dios es la realidad de los que nos humillamos y dependemos de nuestro creador.
Las bienaventuranzas del reino son para los pobres, los necesitados, los que lloran y sufren. Esos son los saciados. Les invito a caminar con los pobres que esperan en Dios y saben que sin Dios no hay esperanza. Gracias, Chris Arnade, por recordarnos lo que significa buscar las bienaventuranzas divinas y de seguir a Cristo el día de hoy
Proverbios 30:8-9
8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;
No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;
9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios.
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios.
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